martes, 7 de enero de 2014

El Príncipe de Darmstadt, de la fidelidad a la Casa de Austria al mito catalán (Parte IV)

Retrato del príncipe de Jorge de Hesse-Darmstadt (Museo de Bellas Artes de San Francisco)

Las semanas siguientes a la muerte de Carlos II (1 de noviembre de 1700) serán críticas para el Príncipe de Darmstadt. Ya antes incluso de la muerte del Rey sospechaba que no sería renovado como Virrey de Cataluña por un nuevo trienio, como de hecho va a manifestar al Conde de Harrach en una carta fechada en Barcelona el 9 de octubre de 1700:

En attendent si vous croyez que le Cardinal (Portocarrero) â raison d'escrire a nôtre cour, que l'unique obstacle pour le remede universell de la monarchie est que l'on ne m'este d'icy, je le quitteray avec bien du plaisir afin que'un autre plus digne que moy, comme le conde de Palma (sobrino de Portocarrero), remplisse ma plaze, car je n'ay d'autre ambition que de me sacrifier en tout pour le service su maitre.

No se equivocaba Darmstadt, ni en las intenciones del Cardenal Portocarrero, ni tampoco en la persona elegida para sustituirle, el Conde de Palma, sobrino del Cardenal. Nada más era cuestión de tiempo.

Los últimos meses del Príncipe de Darmstadt en Cataluña van a estar marcados por la diversidad de opiniones de las diversas instituciones del Principado en relación con el testamento de Carlos II, según expone Francesc de Castellví, historiador austracista, la postura de Darmstadt en este contexto será la del respeto a la legalidad, aunque esta fuera favorable al Duque de Anjou. Esto podría interpretarse como una actitud pragmática, o incluso como una traición del Príncipe a los grupos más abiertamente austracistas, pero si se tiene en cuenta que, como se ha visto, Darmstadt era consciente de la precariedad de su situación en Cataluña, de las dificultades (económicas y militares) con las que se encontraría para defender una alternativa a las órdenes reales y, en última instancia, de la dubitativa actitud del emperador Leopoldo I en la cuestión sucesoria, se puede entender que la decisión de Hesse-Darmstadt, al menos de cara al exterior, estuviera marcada por el pragmatismo, en el sentido de aceptar el testamento de Carlos II para poder abandonar Cataluña y, ya en Viena, trabajar por una alianza internacional fuerte que pudiera declarar la guerra a los Borbones.

Inmediatamente después de entrar en España por Irún en el mes de enero de 1701, el nuevo rey Felipe V firmaba el nombramiento del Conde de Palma como nuevo Virrey de Cataluña, pero el Príncipe de Darmstadt no abandonaría la Península hasta unos meses después. De hecho, el 27 de abril recibiría un correo de Madrid instándole a abandonar España en el término de 3 días. En estos últimos días de su estancia en Cataluña el Príncipe aprovecharía para entrevistarse con gente de su confianza: los de la Plana de Vic, el rector de Vilabella, el canónigo Andreu Foix o el valenciano y posterior líder austracista Joan Baptista Basset i Ramos (al que había conocido durante las guerras de Hungría). El contenido de las reuniones no va a trascender, pero según el cronista austracista Castellví, el Príncipe se habría comprometido a conseguir que el archiduque Carlos y diferentes monarcas europeos se declarasen contra Felipe V y que defenderían a aquellos que también lo hiciesen.

En junio, el Príncipe de Darmstadt llegaba a Viena después de haber pasado por Génova. Días después de su salida va a dar orden de licenciar a los regimiento alemanes con los que había llegado a Cataluña cinco años atrás, aunque ofreció a los soldados la posibilidad de pasar a otro regimientos, parece ser que un buen número de éstos se decidió por dejar las armas. Según la interpretación de Castellví, lo habrían hecho por no servir al nuevo rey Borbón, aunque no es difícil imaginar que muchos de ellos simplemente tendrían como razón alejarse de las penalidades que habían vividos en el frente durante estos años.

La vuelta del Príncipe de Darmstadt a la Corte imperial de Viena marcó el inicio de una etapa decisiva en la preparación de la invasión aliada de la Monarquía Hispánica y de la revuelta austracista en la Corona de Aragón. Darmstadt unía a su condición de experimentado militar y buen conocedor de la diplomacia europea, los contactos que había acumulado durante sus años en Cataluña: los dirigentes "vigatans" (Plana de Vic), los cónsules y hombres de negocios extranjeros establecidos en el Principado, los militares que van a servir junto al Príncipe, las élites políticas catalanas, y también personajes de orígenes sociales distintos que, por diversas causas, eran deudores de Darmstadt.

Según Castellví, en el primer encuentro entre el emperador Leopoldo y Darmstadt después de la llegada de éste a Viena, Leopoldo I le va a encomendar pasar a Londres con el objetivo de negociar con Guillermo III los detalles de la participación imperial en una gran alianza internacional contra la Casa de Borbón. La Gran Alianza de la Haya se constituyó formalmente el 7 de septiembre de 1701, meses antes de la llegada del Príncipe de Darmstadt a Londres, que no se produciría hasta finales del mes de marzo de 1702.

Aunque oficialmente Darmstadt había sido enviado a Suecia por Leopoldo I, después de haber fingido públicamente un desencuentro entre ambos, el trayecto que, en secreto, va a hacer el Príncipe, le va a llevar a su ciudad natal, Darmstadt, donde va a permanecer seis meses, y de ahí a Frankfurt, Minden y Londres, donde haría su entrada oficial el 10 de marzo de 1702. Los días posteriores a su llegada, el rey Guillermo III de Inglaterra va a informar al Príncipe de las disposiciones que Inglaterra y las Provincias Unidas (recordemos que Guillermo era también Estatúder de las mismas) habían tomado para el inicio de las hostilidades contra Francia y España, y que deberían iniciarse con una ataque por mar a Cádiz. Sin embargo, nueve días después de la llegada de Darmstadt a Londres, moría súbitamente el rey-estatúder Guillermo, uno des principales dirigentes de la alianza anti-borbónica.

Ataque anglo-holandés a la bahía de Cádiz (1702)

La reina Ana, sucesora de Guillermo III, va a mantener, al menos durante los primeros meses de su reinado, las disposiciones para la guerra de su antecesor y, en este sentido, va a autorizar que una enorme armada anglo-holandesa zarpara rumbo a la Península Ibérica para atacar Cádiz. El desembarco aliado en la bahía de Cádiz, el saqueo aliado de las iglesias del Puerto de Santa María y Rota el 16 de septiembre de 1702 y la posterior batalla naval de Vigo (o Rande)nserían los primeros hechos de armas de la Guerra de Sucesión en territorio peninsular, pero el Príncipe de Darmstadt no va a seguir todos estos acontecimientos en persona. De hecho, antes de la muerte e Guillermo III estaba previsto que Jorge de Hesse-Darmstadt asumiera el mando supremo de la operación, pero los retrasos que la campaña tuvo hicieron que el Príncipe fuera destinado a una misión diplomática para la cual no había nadie mejor situado que él: negociar con el Rey de Portugal su entrada en la Gran Alianza. Con este objetivo el Príncipe se va a embarcar con la tropa aliada y el 21 de agosto va a llegar en secreto a Lisboa.

El monarca portugués, Pedro II, estaba casado con una de las hijas del elector palatino y duque de Neoburgo, María Sofía, hermana de la reina viuda de España doña Mariana de Neoburgo y de la emperatriz Leonor, esposa de Leopoldo I, todas ellas primas-hermanas del Príncipe; además Jorge de Hesse-Darmstadt era católico, lo cual facilitaría mucho las negociaciones con la Corte de Lisboa. A todo esto esto se uniría, a partir del mes de octubre, la presencia en Portugal de uno de los principales jefes del partido imperial durante los últimos años de reinado de Carlos II: don Juan Tomás Enríquez de Cabrera, Conde de Melgar y Almirante de Castilla (1). La huida a Portugal del Almirante estuvo secundada por un importante número de oficiales militares que, sumadas a las 300 personas del cortejo de la aristocracia, llegaría a formar en Lisboa, un importante grupo de apoyo a la causa austracista-imperial.

Además de negociar con el Rey de Portugal y de supervisar algunas de las operaciones en tierra de las tropas anglo-holandesas, el Príncipe de Darmstadt va a tener tiempo de recuperar el contacto epistolar, e incluso personal, con sus corresponsales y personas de confianza en España. De hecho, va a ser durante este período cuando se van a redactar y distribuir los primeros manifiestos llamando al alzamiento contra Felipe V. El primero del que se tiene noticia tiene fecha de 24 de julio, justo un mes antes del desembarque del Príncipe en Lisboa.

Los primeros manifiestos austracistas distribuidos por la Península, y firmados por el Príncipe de Darmstadt como jefe supremo de la armada aliada, ponen a la vista el gran conocimiento que Darmstadt tenía de la Monarquía Hispánica, pero también se transmitía una cierta ingenuidad o un exceso de confianza en los que respecta a la disposición de los españoles a la rebelión contra un rey, Felipe V, que no dejaba de ser su monarca legítimo.

El manifiesto del 24 de julio iba expresamente dirigido a "qualesquiera militares de qualesquiera puestos que occupares" para que se acercasen a las costas del Mediterráneo, donde comenzarían las operaciones aliadas. Darmstadt conocía bien el funcionamiento del ejército español, por lo cual confiaba, por un lado, es su ascendiente sobre los centenares de soldados que habían servido bajo sus órdenes pero, por si no fuera suficiente, ofrecía jugosas contrapartidas: a los soldados "se les adelantará en sus puestos conforme a sus méritos", y al pueblo en general prometía "aliviar a los pueblos de los desmoderados tributos, premiar, amar y amparar a la nobleza, acatar y conservar a los ecclesiásticos".

En un manifiesto posterior, el Príncipe intentará aportar argumentos jurídicos para justificar el derecho a la sucesión del archiduque Carlos de Austria, todo combinándolo, de nuevo, con promesas de corte populista: "Ir empleando en todos los cargos a los españoles [...] aliviar los pueblos, acatar la nobleza, formar exércitos y armadas y finalmente disponer todas las cosas de el modo que mejor condujeren al realce del esplendor antiguo español" serían, según Darmstadt, las intenciones del pretendiente austriaco. Suguiendo con los argumentos jurídicos, en este documento se demandará expresamente la obediencia de las autoridades civiles y militares, a todos los militares de graduación y a los "administradores y cobradores de las rentas reales".

La controversia suscitada a raíz del saqueo a las iglesias del Puerto de Santa María y Rota y el triunfo que supuso la batalla naval de Vigo debieron influir en una suspensión temporal de las operaciones aliadas en la Península y, de hecho, el Príncipe de Darmstadt va a volver con l armada a Inglaterra, donde continuaran sus actividades como agente del Emperador.

(CONTINUARÁ...)

Fuentes: 

*Albareda Salvadó, Joaquim: "La Guerra de Sucesión de España (1700-1714)". Crítica, 2010.

* López i Camps, Joaquim E.: "El Príncipe Jordi de Hessen-Darmstadt i la Guerra de Succesió. Alguns apunts per una biografia necessària", en "L'Aposta catalana a la Guerra de Successió (1705-1707). Actes del congrés celebrat a Barcelona del 3 al 5 de novembre de 2005 al Museu d'Història de Catalunya". Generalitat de Catalunya, 2007.

Notas:

(1) Más sobre este personaje clave en los años finales de Carlos II véase González Mezquita, María Luz: "Oposición y disidencia en la Guerra de Sucesión Española: el Almirante de Castilla", Junta de Castilla y León (2007).

4 comentarios:

  1. Maniobras de todo tipo para impedir inútilmente el cambio dinástico que se producirá en nuestro país.
    Hablando de dinastías y de su conservación... ¿No sería ya conveniente para los intereses de la Corona y de España que el actual rey abdicara en su hijo? ¿Qué te parece? Creo que sería un acto saludable por muchas razones y no sólo por cuestión de la deteriorada salud del monarca.
    Un saludo y feliz 2014.

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    1. Cayetano yo soy partidario de la subida al trono de Felipe VI, creo que es el Rey mejor formado y más preparado que hemos tenido en España desde Carlos III, y desde luego a años luz de cualquiera de nuestros políticos de hoy (tiene dos carreras, hablas inglés y francés fluidamente, se defiende en catalán...), además de haber formado parte de la milicia...dicho lo cual, creo que mientras dure el tifón Urdangarín y señora es bueno que el viejo Rey (al que tanto debemos los españoles, pero cuyo tiempo está pasando ya, puesto que pertenece a otra época con problemas distintos) aguante esas embestidas para que Felipe suba limpio al trono.

      Un saludo

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  2. Espléndida serie de artículos y muy adecuados para los tiempos que vivimos.

    Saludos.

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